Este parón de selecciones, segundo en lo que llevamos de temporada 23-24, me hizo reflexionar sobre ello

Dicen que el aburrimiento no es buen consejero y denota connotaciones negativas. Sin embargo, si ese aburrimiento lo dirigimos hacia la reflexión, pueden surgir momentos interesantes y muy creativos.

De hecho, el aburrimiento ha sido el “culpable” de estas líneas que tú, aquí y ahora, estás leyendo.

La semilla germinó.

Mis orígenes cadistas se remontan a principios de los años 90. Un Cádiz CF de primera donde un canterano, Kiko Narváez, deleitaba con sus actuaciones a los cadistas. Mi primer partido fue la final del XXXVII Trofeo Carranza el 25 de Agosto de 1991, Cádiz CF vs Atlético de Madrid. Los amarillos cayeron derrotados por 1-3 pero eso era lo de menos, la semilla cadista puesta en ese preciso momento por mi abuelo Juan ya germinaba en mi interior y dura más de 3 décadas.

¡Gracias abuelo! Sé que allí arriba aún disfrutas, o sufres, de cada partido del “submarino amarillo”.

La distancia no fue suficiente.

A partir de ese momento, todo cambió. El Cádiz CF estaba en mi pensamiento durante los 365 días del año. Hasta tal punto llegaba mi pasión, que ni la situación en mi adolescencia de pasar 4 años en la isla de Palma de Mallorca (por motivos laborales de mi padre) pudo dañar esa semilla ya convertida en una bonita planta. Eran tiempos sin redes sociales ni información inmediata. Tiempos de un Cádiz en el pozo de la 2°B. La única noticia que llegaba de nuestro equipo a la isla era el resultado del partido de esa semana al final del Carrusel Deportivo del domingo. Incluso el teletexto (si estaba actualizado) podía darte la sorpresa para empezar la semana con alegría.

Ni la distancia ni el pozo de la 2°B podían con esa planta que crecía y crecía repleta de cadismo.

Ya soy abonado.

De esa manera, regresé a la “tacita de plata” y después de unos muchos partidos con el abono de algún amigo (estuve en el partido donde una bengala prendió el papel higiénico de fondo norte y nos desalojaron a todos hacia tribuna) y varias liguillas de ascenso a 2° división, decidí hacerme abonado en la temporada 2004-05.

Foto: El Desmarque.

Casi 20 años después, la bonita planta es ya una enredadera cuyas ramas recorren cada rincón y cada escalón por el que paso. He pasado alegrías, decepciones, euforia, tristeza, esperanza, desilusión y 1001 emociones más ligadas siempre al color amarillo.

Cadismo.

Es realmente eso, lo que me hace cadista. El vivir, respirar, sentir, amar, disfrutar… con el corazón repleto de cadismo. Esa es la verdadera fuerza de este sentimiento. El cadismo se siente y es compañero de vida, pero una vez no estemos aquí, nos sentiremos orgullosos porque, al igual que hizo mi abuelo, depositaremos durante nuestro camino muchas semillas en los corazones de los futuros cadistas.

El cadismo fue, es y será eterno y eso es gracias a los que no están, a los que estamos y a los que estarán.

¡Sentíos orgullos/as de vuestro cadismo!

Imágen destacada: desmotivaciones.es

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